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RESEÑA: LA PRESENTACION DE CONTRA TIEMPO EN ORDWAY THEATER

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SAINT PAUL, MN

Contra Tiempo es una propuesta artística singular. Un esfuerzo que conjuga el arte con el mensaje político. Una simbiosis entre arte visual y auditivo, con la comunicación. Y es que el grupo de bailarines de Contra Tiempo, y el grupo musical, se vuelven uno y muchos, en un diálogo entre dos mundos que en pocas ocasiones se tocan. Por un lado, el mundo de las artes que suele ser elitista, bello, intenso, y que se ratifica entre el grupo con el hecho de que todos los bailarines tienen entrenamiento artístico formal. La misma directora, Ana María Álvarez, obtuvo su grado de maestría por parte de la Universidad de California en Los Ángeles.

 

El otro mundo, el que representa a ese grupo de personas comúnmente excluidas de los beneficios del sistema, está presente en la forma en que el mensaje es entregado. No, debemos reconocer que no estuvieron ellos presente físicamente en el Ordway. Y sin embargo, ahí estaban, siempre tangibles, alzando sus voces y expresando sus sentires. Acaso desde el momento en que, quienes tuvimos la oportunidad, atestiguamos un diálogo entre Álvarez y otros activistas comunitarios, discutiendo en el preámbulo sobre la comida como elemento de conciencia y acción social.

 

Eso, sin duda, anticipaba un evento único. Uno en el que el título mismo del show resultaba sugestivo: Full Still Hungry (Lleno, Sigo, Hambriento). Un diálogo entre el público presente, mediante el movimiento, la música, el cambio constante de escenario, el acceso a otros lugares y a otras ideas a través de la conjugación de todo ello. Una hermosa, visualmente hablando, crítica al sistema de consumo que rige nuestras vidas, y que genera muchos cuestionamientos y acaso problemas. Un sistema que se retro-alimenta como paradoja en contra de un proceso evolutivo. Por eso, la revolución no será pasteurizada, como se anuncia en una de las piezas finales.

 

Una obra en tres actos, ligados uno con otro, que dan cuenta de la continuidad de los problemas y del proceso mismo de consumismo que caracteriza a esta sociedad, en la que buscamos siempre más, pese a estar satisfechos; una sociedad que se mantiene estática y que sin embargo se mueve, hacia un futuro, hacia un cambio que es necesario.

 

La presentación en el foro comenzó de forma intensa. Acaso como corolario extenso de esa charla que había sostenido la directora y coreógrafa del grupo, con algunos activistas en Minnesota sobre la importancia de la comida como elemento de justicia social. En el escenario, el grupo comienza con una serie de danzas que dan contexto al discurso completo, desde el prólogo, que se constituye como la primera de tres partes de la obra: Full (lleno). La aparición de Carmen Miranda es intensa, poderosa, como símbolo de la belleza latinoamericana, al tiempo que nos recuerda la intervención estadounidense en América Latina, para ejercer la explotación agrícola de los países ¨bananeros¨ a los que simboliza ésta Carmen.

 

Con la obra Cafeína, el grupo se muestra intenso, completamente integrado, para remarcar de nueva cuenta el peso que tiene el consumismo que se nos ha impuesto… que sin embargo, no llega nunca a satisfacernos. Siempre quedándonos con hambre, con la necesidad de seguir consumiendo, aun cuando estemos satisfechos. Un insaciable deseo de continuar tomando café o de desear más y más. Como subrayando la dicotomía humana: la perspectiva individual y el reconocimiento del ser colectivo, al buscar un punto de identidad, pero al mismo tiempo, ese elemento que nos haga ser parte del todo, al ser iguales a los demás.

 

Es cuando comienza la segunda parte: Still. En la que aparece de nueva cuenta Carmen Miranda, y que nos remarca la importancia de la cultura como parte de la identificación propia del ser humano. Qimbombó, Mi Madre cocinando, Leche de pecho, son las obras dancísticas que remarcan brillantemente la cultura que lucha por permanecer. Una cultura que en el contexto de los Estados Unidos, lucha constantemente por permanecer, y por reproducirse. La cultura latina, que en muchos momentos de la historia se ha visto forzada a mezclarse, para desaparecer, bajo las expresiones culturales dominantes, pero que se mantiene ahí, acaso intacta, para manifestarse una y otra vez, donde quiera que los latinos se encuentren. Una lucha por la sobrevivencia que al final de cuentas representa un ser colectivo, que realmente nos representa como colectivo y como cultura.

 

Llega entonces la fase crítica. La que nos hará pensar en la necesidad de la acción concertada para lograr cambios que la sociedad demanda. La tercera parte de la obra completa la transmutación humana y social, en conjunto con el simbolismo que, remarcará la misma directora más adelante, representan las sillas, que así mismo son obligadas a transmutar, como si tuviesen vida, y por tanto integrándose a la coreografía. Así llega Revolución, cuyo título en realidad es ¨La Revolución no será pasteurizada,¨ con clara alusión a las revoluciones latinoamericanas, pero también a la necesidad de revolucionar nuestros patrones de consumo y de vida. El público ahora se muestra conectado con el show. Participando desde las butacas, y apoyando los manifiestos presentados. Si! se escucha una y otra vez, como si estuviésemos presentes en una reunión masiva, y conducida brillantemente por una oradora con amplios recursos, los del arte y la comunicación conjuntados.

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En este punto, el público se encuentra en completa entrega incondicional con los bailarines todos. Un diálogo se ha abierto, y no ce cerrará, una vez que bailarinas y bailarines bajan a invitar al público a acompañarles a bailar en el escenario. La fiesta es completa, intensa y quienes hemos sido seleccionados, observamos a quienes continúan en sus asientos, viviendo de forma intensa, como si estuviesen ahí. Así, con una explosión de júbilo, y la plena y vivida integración entre audiencia y bailarines, el espectáculo concluye temporalmente, pues queda la invitación a todos participar en una fiesta al finalizar el espectáculo.

 

Una de las presentaciones más intensas, como lo atestigua le número de personas que deciden participar en la sesión de preguntas y respuestas, y la continuación del baile, ahora con los ex miembros del auditorio, invitando y bailando con los bailarines. En suma, una noche inolvidable, que ha logrado vincular el arte con la conciencia social y el compromiso por el cambio que se necesita. Tal y como lo propone el grupo, yendo a contra-tiempo, en contra del tiempo actual, promoviendo una nueva conciencia colectiva


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