MINNEAPOLIS, MN
Este sábado, 19 de enero, el presidente de los Estados Unidos presentó un nuevo plan para finalizar, dijo, el cierre parcial de actividades en el gobierno federal.
En el mismo, el presidente ofrecería protección temporal a fin de evitar deportaciones a quienes hayan sido beneficiados por el programa DACA, a cambio de que se apruebe, por parte del congreso, la construcción de la pared de sus sueños, con un costo estimado de 5,700 millones de dólares.
La propuesta fue rechazada por los legisladores y demás políticos demócratas, pese a que la propuesta incluye también millones de dólares a ser asignados para asistencia humanitaria y el desarrollo de tecnología para detección de drogas. Los demócratas insistieron en que el paro parcial debe terminar, incluso antes de establecer cualquier negociación en torno a inmigración.
Donald Trump pareciera haber lanzado la propuesta con otra intención detrás de la misma, sobre todo si se recuerda que habría dicho estar “orgulloso” de haber cerrado el gobierno a fin de continuar en su lucha por la construcción del muro. Para muchos, sobre todo políticos republicanos, esto pude ser leído como un cambio en la política por parte del presidente, ofreciendo una forma de amnistía a quienes habría amenazado en el pasado, habida cuenta que el programa se implementó bajo el mandato del expresidente Barack Obama.
Para otros, la declaración resulta tan solo una estrategia para distraer la atención sobre la responsabilidad que a él, como presidente, corresponde por “orgullosamente” haber cerrado parcialmente el gobierno. Y es que en diversas publicaciones, la desesperación está haciendo presa de quienes han tenido que continuar laborando, sin recibir pago, y sin la certeza de volver a sus empleos en un tiempo corto.
Por otro lado, el presidente Trump se ha entrampado en una pugna de poder ante la líder de la cámara baja, Nancy Pelosi, con acciones de ida y vuelta, que parecieran ser un juego de estira y afloja para mostrar quien cuenta con mayor fuerza.
Fuera de ese escenario, quienes forman parte del grupo al que se refiere Trump, los beneficiaros del DACA, podrían ver la oferta como una mentira más, expresada con el afán de descargar su responsabilidad en el cierre parcial, y de acusar a los demócratas de rechazar incluso un punto de negociación que podría ser parte de su programa. Igualmente, los jóvenes DACA desconfiarían de la oferta, pensando que el presidente podría cambiar de opinión en cualquier momento, y cancelarla.
Hoy, son 800,000 trabajadores federales quienes no reciben sus pagos, debido a la insistencia por parte del presidente en construir un muro en la frontera sur. Ello ha sido reconocido incluso entre algunos legisladores republicanos, quienes han expresado críticas públicas en contra de la propia insistencia. La oferta presentada, con la intención de descargar la responsabilidad del cierre parcial en los legisladores demócratas, y en particular sobre Nancy Pelosi, se presenta cuando la crisis toma tonos álgidos.
De la misma forma en la que Trump ha intentado resolver las crisis diplomáticas que el mismo ha provocado, buscando que las responsabilidades de pronto caigan en sus contrapartes (aliados incluidos), este fin de semana el presidente atiende el contexto interno. En espera de que los trabajadores que han sido enviados a casa, y quienes acuden a laborar sin recibir sus salarios, desvíen su frustración y enojo, y lo dirijan a Pelosi y el grupo de legisladores demócratas.
Pareciera, sin embargo, que el asunto no fructificará, tal y como lo habrían estimado Trump y sus asesores. Para algunos legisladores republicanos la medida es una amnistía en favor de los jóvenes DACA.
Por ello, el vicepresidente Mike Pence ha tenido que aclarar que no se trata de tal cosa, y que la propuesta es tan solo temporal. Hecho que sin duda actuará en contra de la misma propuesta, a los ojos de los demócratas.
