CIUDAD DE MEXICO.
Este 22 de abril ha marcado un momento histórico en la política mexicana. Se desarrolló el primer debate entre candidatos a la presidencia de México, bajo un formato diferente, propositivo y ágil. Con una conducción precisa, elegante y novedosa, habida la experiencia de debates previos, que dio pie a que los espectadores pudieran escuchar a todos y cada uno de los candidatos. Con Sergio Sarmiento, Denise Mearker y Azucena Uresti actuando como moderadores, el ritmo del debate fue ágil y bajo completo control del tiempo y de las formas. Los candidatos, todos, respetaron el formato, y si bien en algunos momentos agotaban su tiempo de intervención, aceptaban ser silenciados y esperar a sus próximas intervenciones.
Debido a lo novedoso del formato, fue posible incluso identificar momentos de vulnerabilidad entre los participantes, y sobre todo se convirtió en una oportunidad para realmente conocer detalles de los mismos candidatos que podrían no haber emergido bajo otros formatos previos.
Desde el principio, los contendientes cumplieron con las expectativas que les precedían, y fuimos testigos de ataques sistemáticos en contra del candidato puntero en las encuestas, Andrés Manuel López Obrador. En su estrategia, López Obrador buscó evitar la confrontación, intentó presentar sus propuestas, y sin embargo decepcionó a analistas y espectadores al no responder a acusaciones puntuales por parte de José Antonio Meade y Ricardo Anaya. Como señalan algunos diarios de circulación nacional, los candidatos se centraron en atacar a Obrador.
Los candidatos independientes, Margarita Zavala y Jaime Rodríguez Calderón presentaron imágenes contrastantes, con la candidata mostrándose nerviosa, y con “El Bronco” con propuestas populistas y provocadoras. Destaca, y se ha vuelto viral con memes, su respuesta a si su idea de cortar las manos a los corruptos sería en sentido figurado, diciendo que no, que en efecto lo haría. La respuesta inmediata de los analistas fue de sorpresa, pues es una sugerencia de adoptar una práctica que se asociaría a estados totalitarios o extremistas.
Como parte del análisis, los especialistas establecieron diversas formas de medición, entre las que destacaron las reacciones con emoticones por parte de los usuarios de Facebook. Y hay ya quien se aventura a decir que el debate colocó a Ricardo Anaya como el más hábil en el uso de la palabra, cosa que quedó de manifiesto en diversas ocasiones, incluso con el manejo de material visual, que empleó para sustentar sus ataques a Andrés Manuel López Obrador. El mismo Obrador buscaba emplear sus materiales, viéndose un tanto confundido en momentos, y hasta incómodo.
De ahí, dicen algunos analistas, quedó claro que la contienda será entre estos dos candidatos, y que ni Meade, ni Zavala, ni Rodríguez tendrán posibilidades de figurar en ella.
Este fue el primero de tres debates pactados, y ha sido uno de los mejor estructurados en la historia contemporánea de México. Los conductores lanzaron preguntas precisas, difíciles de responder, que fueron bienvenidas por parte de un electorado que está ávido de mayor información. De esta forma, se espera que, si bien haya algunos ajustes en las preferencias mostradas en las futuras encuestas, estos no serán significativos, y acaso aclarará las posiciones que verdaderamente competirán por la presidencia el próximo mes de julio.
Para los siguientes debates, sería de esperar que la estrategia será menos la de atacar a un candidato, por parte del resto, y más en responder a las preguntas específicas. Un debate que, a diferencia de éste, no decaiga hacia el final, y que si mantenga el dinamismo que este formato ofrece.
Por lo pronto, indican algunos memes, el ganador claro fue Meade, al recibir la oferta de López Obrador de que si existen esos tres departamentos que tanto insistió a lo largo de la transmisión, se los regalaría.
