SAINT PAUL, MN
Denunciar irregularidades es un acto que muchos consideran de verdadera valentía e integridad, pero está plagado de riesgos enormes. Las represalias por parte de empleadores o compañeros de trabajo pueden derivar en el despido, degradación e incluso acoso. Estas repercusiones intimidantes a menudo silencian a quienes dicen la verdad, permitiendo que conductas ilegales o poco éticas persistan en las sombras de nuestras instituciones.
Federal-Lawyer.com encuestó a 3.000 empleados para hacerles una pregunta hipotética:
“¿Arriesgaría su carrera, enfrentando posibles consecuencias legales, para denunciar malas prácticas en su organización?”
Curiosamente, las respuestas ilustraron una división de perspectivas casi equitativa. El 51% indicó que seguiría el camino del denunciante, mientras que el 49% prefirió no decir nada. Y las diferencias regionales eran marcadas: en Arkansas, un sorprendente 83% de los empleados expresaron su disposición a desenmascarar las malas prácticas en el lugar de trabajo. Por el contrario, sólo el 30% de los habitantes de Idaho estaban dispuestos a correr el mismo riesgo. En el estado de Minnesota, más de la mitad (52%) de los empleados dijeron que estarían dispuestos a denunciar irregularidades, cifra superior al promedio nacional del 50%. Este sentimiento subraya un sólido compromiso con la conducta ética, incluso cuando se enfrenta al potencial de importantes repercusiones personales y profesionales.
“ La denuncia de irregularidades permite a las personas alinear sus acciones con su brújula moral al exponer las irregularidades ”, dice Nick Oberheiden de Federal-Lawyer.com . “ Fomenta la transparencia y la rendición de cuentas, lo que potencialmente conduce a reformas organizativas y protección social contra prácticas corruptas. Los denunciantes pueden consolarse sabiendo que existen leyes diseñadas para protegerlos de represalias y, en algunos casos, incluso pueden ser recompensados por su valentía ”.
Oberheiden continúa: “ Sin embargo, a pesar de su noble intención, la denuncia de irregularidades puede conllevar graves costes personales. Las acciones de represalia pueden variar desde el ostracismo en el lugar de trabajo hasta el sabotaje total de la carrera, con el potencial de provocar luchas financieras y legales duraderas. Las repercusiones personales son igualmente desalentadoras, ya que el proceso puede afectar la salud mental y las relaciones personales. Además, el impacto final de la denuncia de irregularidades es incierto;
El cambio sistémico no está garantizado, y los denunciantes pueden descubrir que sus sacrificios han sido en vano si el status quo permanece intacto ”.
