ROCHESTER, MN
Hay algo atemporal en hacer autostop: el simple gesto de señalar con el pulgar la carretera, la amabilidad de los desconocidos y la promesa de un horizonte abierto. Durante décadas, hacer autostop no se trataba solo de ir del punto A al punto B: era una aventura, un acto de fe y una fuente de historias transmitidas de generación en generación.
Pero hoy en día, esa tradición de espíritu libre se está desvaneciendo. Las preocupaciones por la seguridad, la evolución de las normas sociales y la comodidad de las aplicaciones de viajes compartidos han hecho que hacer autostop sea una experiencia menos común.
Aun así, el espíritu de la carretera no ha desaparecido por completo. En una nueva encuesta a 3003 conductores, CashforCars.com , un servicio nacional de compra de vehículos, se propuso descubrir dónde aún prospera esa generosidad. ¿Qué ciudades y pueblos son los más acogedores para quienes hacen gestos de aprobación? Los resultados ofrecen una conmovedora visión del espíritu comunitario y un toque de nostalgia por tiempos más sencillos.
Estos son los diez lugares más amigables para los autostopistas en Estados Unidos:
#1 Cheyenne, Wyoming
Espacios abiertos y corazones abiertos: así es Cheyenne. Aquí, tender una mano (o llevar) a alguien varado en la carretera no es inusual; es parte de la vida en Wyoming.
#2 Waco, Texas
Waco logra el equilibrio perfecto entre la energía de una gran ciudad y la cercanía de un pueblo pequeño. Los lugareños están acostumbrados a ayudar a los viajeros de paso, y suelen hacerlo con una sonrisa.
#3 Fargo, Dakota del Norte
En Fargo, los duros inviernos y las largas distancias han enseñado a la gente el valor de ayudar. Recoger a un autoestopista no solo es un gesto de generosidad, sino a veces una necesidad.
#4 Anchorage, Alaska
En Alaska, la supervivencia depende de la comunidad. Los habitantes de Anchorage no dudan en ayudar a quien lo necesita, sabiendo que un simple paseo puede significar seguridad.
#5 Round Rock, Texas
A pesar de su floreciente crecimiento, Round Rock no ha perdido su ambiente acogedor y sencillo. Los conductores aquí siguen pendientes de la gente que intenta llegar a su destino.
Minnesota tuvo dos localidades incluidas en la clasificación:
#113 Rochester
Con la Clínica Mayo como base, Rochester se basa en la atención y la compasión. Es un lugar donde ayudar a desconocidos es algo natural. Si intentas salir de la ciudad, alguien aquí podría recogerte y desearte lo mejor como a un viejo amigo.
#145 San Pablo
St. Paul es la “amabilidad de Minnesota” en toda su extensión. Las calles son tranquilas, la gente es atenta y, aunque no hablen mucho, a menudo están dispuestos a ayudar o a llevar a alguien, simplemente porque es lo que se debe hacer.
En la misma encuesta, el 35 % de los conductores afirmó que lo más probable es que se detuvieran si hacía mal tiempo. Otro 22 % afirmó que se detendría si la persona se quedara varada en un lugar remoto o inseguro. Solo el 18 % afirmó que un autoestopista con una simple “apariencia amigable” era suficiente para detenerse, lo que demuestra que el contexto importa más que el encanto.
Aun así, el 16% de los encuestados afirmó que dejaría de hacerlo simplemente porque cree en ayudar a desconocidos. ¿Y el 9%? Ya han pasado por eso: han hecho autostop.
Pero si bien el impulso de ayudar no ha desaparecido, la indecisión claramente ha tomado las riendas. El 65 % de las personas afirmó que el miedo al peligro es la principal razón por la que no recogerían a un autoestopista hoy en día. Otro 20 % lo atribuyó a una desconfianza generalizada en la sociedad. Otros señalaron el cambio en las normas sociales o el auge de las aplicaciones de viajes compartidos, factores que han hecho que el gesto de apoyar la espalda parezca una reliquia de otra época.
Al preguntarles si hoy dejarían que su yo adolescente hiciera autostop por todo el país, un 88 % dijo que no. ¿Y en cuanto a la confianza? Ese mismo porcentaje dijo que preferiría arriesgarse con un conductor de viajes compartidos de 3 estrellas que con un desconocido al borde de la carretera.
Quizás esa sea la verdadera moraleja: el espíritu de la carretera abierta no ha desaparecido, solo ha sido relegado por el miedo, la comodidad y las normas cambiantes. Aun así, el 21 % de las personas afirmó haber recibido un gesto amable de un desconocido durante el último mes, y otro 22 % afirmó haberlo hecho durante el último año. Es un recordatorio silencioso de que la amabilidad aún existe.