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JUSTICIA CONTRA ERROR POLICIACO, SIEMPRE QUE EL POLICÍA NO SEA BLANCO…

El oficial Noor se ha entregado a las autoridades al ser acusado de homicidio por descuido, en el caso Justine Damond. Fotografias por  la oficina del Hennepin County Shérif.

MINNEAPOLIS, MN

Es una demanda constante; es una solicitud que se convierte en una enojosa situación siempre que las instancias correspondientes deciden que los policías, potenciales infractores de la ley, habrían actuado bajo la misma, o bien en defensa propia, al momento de disparar a ciudadanos.

Este Martes, el Fiscal del Condado de Hennepin, Mike Freeman, ofreció una conferencia de prensa, en la que detalló su decisión de imponer cargos en contra del oficial de policía Mohamed Noor, al ser acusado del asesinato de Justine Damond. 

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Los cargos presentados por el fiscal apuntan a asesinato en tercer grado, y homicidio involuntario en segundo grado, como consecuencia de haber disparado en contra de Damond, cuando Noor acudiera junto a su compañero Matthew Harrity, en respuesta al llamado de emergencia de la misma Justine. Los acontecimientos ocurrieron el 15 de julio del pasado año 2017.

En esa ocasión, Damond se aproximó al auto de la policía, una vez que este apareció en el callejón que da detrás de la casa donde ella vivía, sólo para recibir un disparo en el abdomen, responsabilidad de Mohamed Noor. Justine Damond se aproximaba al auto por el lado del conductor, Matthew Harrity, quien habría declarado que sintió su vida en peligro, de acuerdo con las recientes declaraciones del propio Harrity. 

En la conferencia de prensa citada por el fiscal Freeman, éste indicó que en el breve espacio de tiempo que transcurriera entre el momento en que Damond se dirigiera a la auto patrulla, vistiendo en pijama, y cuando el disparo en su contra tuvo lugar, no se encontraron evidencias de que hubiera ocurrido alguna amenaza en contra de los policías presentes. 

La conclusión del fiscal fue que Noor habría disparado de forma descuidada e irresponsable desde su posición en el asiento del pasajero en la patrulla, sin considerar que estaría en riesgo una vida humana. Y, agregaría Freeman, la situación se convierte en una condición incómoda, al considerar el golpe emocional que habrán recibido los familiares de Justine Damond, a quienes habría que explicar el por qué eso habría ocurrido. 

De acuerdo con detalles recientemente hechos públicos, los policías que acudieron al llamado al 911 por parte de Damond, quien denunciaba una potencial violación sexual tomando efecto en el callejón, se reportaban a salvo y sin riesgo. Harriyt, el conductor del auto, escuchó un golpe seco 5 o 10 segundos luego de haber reportado el código 4 de seguridad, sin poder saber si se trataba de un hombre, una mujer, o un pequeño, quien se aproximaba al auto. 

Cuando la mujer se aproximó a unos 2 pies de distancia del auto, Harrity no logró identificar arma alguna en sus manos. Ambos oficiales se mostraron asustados, como lo reconoce el propio Harrity, quien llevara su mano al arma, y con Noor respondiendo sin dudarlo, disparando hacia la ventanilla del conductor, aun cuando no habría sido posible para él observar claramente a la mujer que se aproximaba. 

Tanto Harrity como Noor intentaron revivir a la mujer, luego que el primero escuchara un susurro que identificó como “estoy muerta” o “estoy muriendo.” La mujer murió en el lugar, cosa que confirmaron quienes acudieran a intentar salvar su vida. 

La situación pareciera del todo lógica. Y, para muchos en los medios sociales, la decisión en contra de Noor, quien se entregó y aceptó su culpabilidad, es justa.

Pero llama la atención que la justicia se aplique hoy cuando el oficial de la policía es un inmigrante somalí, y no un oficial blanco.

En tantos y tantos otros casos, los policías que disparan y provocan la muerte de ciudadanos, mayormente de raza negra o de otros grupos minoritarios, quedan exonerados, sin verse obligados a pisar la prisión. 

Es indispensable que se aplique la justicia en casos como estos, que sin duda obedecen a condiciones circunstanciales y punibles. Sería deseable que esto ocurriera sin provocar suspicacias y que su aplicación sea universal y no discriminativamente. Por lo pronto, un oficial de policía recibe un castigo que puede ser merecido. Esperamos que no sea debido a que la víctima era blanca y el agresor un individuo de color. Poca evidencia hay en sentido opuesto, según se documenta en diversas publicaciones. 

De los cerca de mil personas muertas en enfrentamientos con policías, en el país, cerca del 40 por ciento fueron personas de raza negra, pese a que este grupo representa apenas el 6 por ciento del total de la población del país. Cuando los policías blancos han sido encontrados culpables de asesinato, mayormente quedan bajo libertad bajo fianza o condicionados. Como en el caso de Jordan Edwards de 14 años, y quien volvía de una fiesta y viajaba en el asiento del pasajero, cuando recibió disparos por parte del oficial Roy Oliver. 

Dudas que emergen y que debieran ser atendidas, a fin de crear un sistema creíble de justicia.



 


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