MINNEAPOLIS, MN.
Joe Mauer tal como lo ha hecho muchas, muchas veces en su carrera, tomó su turno al bate y terminó con un golpe en la séptima entrada. En este caso fue su hit No. 2.000.
Could this *be* any more Joe Mauer-like? #Mauer2K #MNTwins https://t.co/M054SUIiJ6
— Minnesota Twins (@Twins) April 13, 2018
Lanzó un sencillo al medio y en un momento clave, porque Mauer se convirtió en el jugador número 287 en dar 2.000 hits en su carrera profesional. Aún mejor, el golpe impulsó en dos carreras y dio los toques finales a una victoria 4-0 sobre los Medias Blancas que incluyó siete entradas destacadas del zurdo José Berríos.
“Antes de eso, realmente no pensé que fuera un gran negocio”, dijo Mauer. “Pero me emocioné. Fue divertido ver a los fanáticos, a los muchachos allí en el escalón más alto, y también a mi familia”.
Mauer se fue 2-por-3 con tres carreras impulsadas. Hizo un sencillo con Brian Dozier en la tercera entrada y los Twins, en ese momento, tocaron la canción famosa de Prince “1999” sobre el sistema de sonido Target Field.
Cuando fue su turno al bate en la quinta entrada, la multitud anunciada de 15,474 asistentes comenzó a gritar “¡Vamos, Joe!”, mientras se enfrentaba al derecho de los Medias Blancas, Lucas Giolito. Pero Giolito lo golpeó con una bola curva.
Mauer tuvo otra oportunidad en la séptima entrada con corredores en segunda y tercera. Bummer fue traído desde el bullpen y, a pesar de que la primera base estaba abierta, lanzó a Mauer fuerte.
“Cuando llega a dos strikes, es donde lo quiere”, dijo el mánager Paul Molitor. “Ahí es cuando parece que hace mucho daño”.
Mauer conectó una bola rápida a 94 millas por hora y logró atravesar el cuadro cuando la multitud rugió. Llegó a la primera base, se quitó el casco hacia los fanáticos, saludó a su familia y recibió felicitaciones del primera base de Chicago José Abreu. Él se quedó varado allí cuando terminó la entrada, por lo que los fanáticos le dieron otra ovación y sus compañeros de equipo, mientras se dirigían a sus posiciones defensivas, se turnaron para darle abrazos.
“Esa fue probablemente la más incómoda sensación que he sentido en un campo de béisbol”, dijo Mauer. “No sabía qué hacer”.
