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INMIGRACIÓN Y POLÍTICA: LOS QUE LLEGAN Y LOS QUE LOS RECIBEN

Inmigración y política: Los que llegan y los que los reciben

MINNEAPOLIS, MN

Dentro del concierto de diversos grupos poblacionales en los Estados Unidos, el más complejo de entender es el de los inmigrantes internacionales. En cierto modo, esta es una nación de inmigrantes, que da inicio a partir del arribo de miles de personas provenientes de la Gran Bretaña, quienes deciden “colonizar” una tierra que era ya vasta en habitantes y diversas culturas. A las mimas a las que desplazaron e incluso aniquilaron. 

Más adelante, durante la guerra civil estadounidense, la llegada de inmigrantes fue importante, incluso para alimentar los ejércitos en confrontación, con la promesa de que los recién llegados adquirirían no solo un estatus de ciudadanía, sino tierras y apoyo para su desarrollo económico. A cambio, los inmigrantes nuevos habrían de apoyar un proyecto político y económico frente a otro que ese planteaba opuesto, sin serlo. 

La llegada de inmigrantes orientales a los Estados Unidos, en el contexto de la expansión al oeste, y mediante la construcción de los ferrocarriles, atrajo a un número mayor que lo esperado, habida la promesa de bienestar económico, y de libertad, como se promovía en diversas partes en China. 

Durante los períodos de guerras, en los que los Estados Unidos se vio involucrado, supuso un nuevo influjo de inmigrantes, esta ocasión del sur de la frontera, con el incentivo de un trabajo que podría convertirse en permanente e incluso abriendo la posibilidad, como lo fue para muchos, de transitar a una condición permanente de ciudadanía adquirida. Las necesidades económicas, que eran apremiantes en el contexto de la economía de guerra, generaron una demanda de mano de obra intensa, que se extendió claramente hasta la década de los sesentas. 

Recientemente, la inercia de la inmigración latina, y particularmente mexicana, se mantuvo más o menos constante, y el influjo de quienes cruzaban la frontera sin documentos, se incrementó significativamente.

Este nuevo grupo se convirtió en un objetivo particular entre los políticos estadounidenses, quienes pronto promovieron cambios a la ley para favorecer a unos, nunca a todos, manteniendo así un capital político que puede ser útil para cada momento político y otro. 

Hoy, la comunidad inmigrante creció de tal forma que se constituye en un grupo económico sólido, importante, e incluso creciente. Para muchos, entre los descendientes de esos primeros inmigrantes, y hoy son nativos, y por ello ciudadanos “naturales” de los Estados Unidos, los inmigrantes indocumentados pueden ser incómodos o bien materia de lástima y desazón, especialmente si se trata de los jóvenes que llegaron a país sin haber manifestado el deseo de hacerlo. 

Muchos son quienes se suman a las protestas y demandas del grupo de habitantes indocumentados que demandan, con plena razón, que se establezcan mecanismos para dejar de serlo y convertirse en ciudadanos con plenos derechos y obligaciones. Sin embargo, hoy el sentimiento anti-inmigrante se ha exacerbado, a un grado ya acaso incontenible, poniendo en entre dicho un proceso histórico que sugería que la tolerancia y la igualdad prevalecerían eventualmente. Sobre todo, luego del período crítico de la lucha por los derechos civiles y humanos que se vivió en la década de los sesenta. 

Por lo pronto, es mucho lo que se discute, mucho más lo que se lamenta cuando se ve a un individuo o un grupo afectados por medidas políticas o racistas. Las voces se levantan en protesta, pero pronto, muy pronto, esas voces se ven silenciadas. Como si poco o nada se pudiera hacer para señalar, criticar y denunciar los maltratos a los inmigrantes. Y ello se debe, en gran parte, a que la mayoría de la población, aun entre los mismos que emplean discursos progresistas, esos inmigrantes, y todos los inmigrantes, en un momento dado, deben ajustarse a las leyes, pues este es un país de leyes. 

Y para ellos es mucho más consecuente el promover y participar en la implementación de una ley inmobiliaria que controle o fomente la expansión de nuevos proyectos de vivienda, y no buscar una movilización que derive en el cambio efectivo de leyes migratorias que deje de fomentar las diferencias. 

Acaso cualquier intento por aceptar las diferencias, entenderlas y aprender de ellas, como lo muestra el video de la canción de John Legend, Surefire, represente la única alternativa para los inmigrantes de diversos orígenes: en este país la diversidad es limitada y si rebasa los límites, debe salir para poder subsistir. 

La próxima entrega hablaremos precisamente de ello, revisando lo que ocurre con los que regresan. 



 


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